miércoles, 17 de febrero de 2016

Una despedida no siempre es un adiós

Hay cosas que son muy difíciles de cambiar, amistades que aunque se disipan siguen presentes, amores que matan por eso de que el amor cuando no muere mata porque amores que matan nunca mueren. Personas que han muerto y sin embargo su recuerdo esta más ciego que nunca.
Existen también sonrisas de melancolía y lágrimas de felicidad, por eso no entiendo porque siempre lo relacionamos con lo contrario. Joder, he visto llorar a mi madre cada vez que mi hermano triunfaba y la eh visto sonreír cuando el mundo en realidad se estaba yendo a la mierda.
Crecí siendo adulta y ahora cada vez soy mas niña, porque no sabéis cuanto añoro mi inocencia, que se caracterizaba por esa tendencia creer que todo es posible, sentir esas mariposas que revoloteaban y que ahora han vuelto a ser orugas.
También he sido espectador, actriz y guionista , acabando a veces con el escenario y quemando un telón que ninguna culpa tenia de que el argumento no me gustase.
He mentido para no hacer daño y fui sincera para herir en lo más hondo del  que me había bombardeado. Muchos han dudado de que fuese capaz de hacer algunas cosas y luego he brindado por ellos cuando he llegado  a la cima y les he mandado un beso cargado de reproches, porque también eh sido Judas Iscariote.
He sido creyente y eh dudado de Dios y su mandato, no supe que era el amor hasta que leí a Benedetti y la primera vez que probé esta droga fue leyendo a uno de los grandes y desde entonces necesito mi dosis diaria de besos de Neruda, sentimientos de Becker y dosis de realidad de Escandar. Y no te voy a mentir cada día necesito respirar cada vocablo, sentir en mis venas fluir la poesía y llegar a lo más alto, aunque no se a donde, en una especie de éxtasis en forma de métrica.
Por eso ahora cuándo dejo mi tierra me da miedo mirar atrás y ver que algunos errores no me sirvieron para nada, si no para darme cuenta de que la vida no es más que una lucha, que no se luchar pero todavía me mantengo en pie y no se por qué y que respirar a veces puede ahogarte.
Y por eso odio profundamente las despedidas, porque llevan un mensaje subliminal que grita que no puede haber mañana, porque de todos los vocablos que me llevan al cielo la única que me da miedo es...adiós.
 
- Loreto Sesma.

jueves, 4 de febrero de 2016

Ahí va la niña.

Ahí va una niña, con cara de buena, recién maquillada, sabiéndose guapa, cerrando la puerta en la cara de un niño con granos y pecas, y sexo a escondidas, con fotos que sube la niña posando en las redes que atrapan al niño que mira.
 
Y ahí va la niña, sin tragar el humo, mirándose quieta en cristales de coches que habitan la cera y el niño en la otra, creciendo la pierna del medio, se sabe perdido y la espera como cada tarde sin que ella lo sepa.
 
Y ahí va la niña, con otro más guapo, pero sin bandera, sacándose fotos en moto sin casco y el niño  no sabe, lo mucho que vale, y vuelve a las redes, que nunca sociales. Y espera el recreo, y una de esas tardes le dice "te quiero, hoy vengo a buscarte". Y ella dirá que no, y él perderá una vida. Y así se hará mayor, y el sentirá el adiós de un beso en la mejilla...
 
Ahí va una vieja, llorando a escondidas, con coche de empresa, buscando una niña que sale de clase. Ahí va ese padre, felizmente tarde, con una señora con cara de dama, un niño con pecas se sube al Volkswagen. La prisa les hace casi darse con una señora y su niña. Levantan la vista, la dama no entiende por qué los dos lloran si no ha pasado nada. Y el hombre la mira, quince años más viejo, se acerca al espejo y con voz de familia le dice a la niña con cara de buena "sigue usted sin verme".
 
La niña suplica, el hombre contesta vaciando una vida... "tarde".
 
 
- Andrés Suárez