domingo, 30 de noviembre de 2014

1:59

La otra noche me preguntaron qué pasó y a mí sólo se me ocurrió decir: él.

Qué respuesta más estúpida. Pero es que ya van 83 días y él aún no ha terminado de pasar. Mira, yo no sé si el problema es suyo o de mis pupilas, pero desde entonces veo el mundo de otra forma que no sea destrucción.

Hay ruinas que no acaban nunca. Hay ruinas que fueron así desde el principio y, perdona el atrevimiento, no sabéis lo bonitas que me resultan las grietas desde que me enseñaron que no tienen que doler.

Lo mismo con las cicatrices. Conozco a alguien que tiene una cerca de la clavícula, y es preciosa. 

Nunca he querido decir que el mundo sea feo, pero sí que hay personas que lo hacen más bonito. Más redondo. Más perfecto.

A mí que no me hablen de precipicios si no te han mirado los ojos.

Qué sabrán lo que es hogar si nunca te han rozado los labios, y dime, qué pueden decir de sentirse pequeña si nunca les has besado la frente.

Qué sabrán ellos del agua si nunca les ha llovido mientras iban de tu mano.

Y qué sabrán ellos de amor, si nunca han querido parar el mundo en mitad de un abrazo tuyo.

-Alicia López

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