martes, 9 de diciembre de 2014

El capitulo 7 de rayuela siempre marcó un antes y un después.
 El después viene cuando te conocí.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliese de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar. Hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

- Julio Cortazar, Rayuela.

domingo, 30 de noviembre de 2014

1:59

La otra noche me preguntaron qué pasó y a mí sólo se me ocurrió decir: él.

Qué respuesta más estúpida. Pero es que ya van 83 días y él aún no ha terminado de pasar. Mira, yo no sé si el problema es suyo o de mis pupilas, pero desde entonces veo el mundo de otra forma que no sea destrucción.

Hay ruinas que no acaban nunca. Hay ruinas que fueron así desde el principio y, perdona el atrevimiento, no sabéis lo bonitas que me resultan las grietas desde que me enseñaron que no tienen que doler.

Lo mismo con las cicatrices. Conozco a alguien que tiene una cerca de la clavícula, y es preciosa. 

Nunca he querido decir que el mundo sea feo, pero sí que hay personas que lo hacen más bonito. Más redondo. Más perfecto.

A mí que no me hablen de precipicios si no te han mirado los ojos.

Qué sabrán lo que es hogar si nunca te han rozado los labios, y dime, qué pueden decir de sentirse pequeña si nunca les has besado la frente.

Qué sabrán ellos del agua si nunca les ha llovido mientras iban de tu mano.

Y qué sabrán ellos de amor, si nunca han querido parar el mundo en mitad de un abrazo tuyo.

-Alicia López

domingo, 16 de noviembre de 2014

¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? - Mónica Gae

¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?

Yo la he recordado hoy. Y la semana pasada, y hace dos meses. 

Recuerdo perfectamente aquel momento porque no parabas de sonreír y era la sonrisa más bonita que había visto en mi vida. Cómo podía brillarle tanto a alguien el corazón, cómo podía alguien tener los ojos tan aniñados y al mismo tiempo la mirada tan salvajemente rasgada.

Qué loca me volviste y qué locura tan bonita fue. Recuerdo que yo hablaba sin parar y tú aún no habías pronunciado palabra. También recuerdo que lo primero que me dijiste fue que tenía una flor en el pelo y que al final de la noche esa flor acabó en tu bolsillo. Y que tardaste casi dos semanas en besarme.

Recuerdo lo mucho que querías volar y que tenías en la espalda alas de más de cien colores. Y que odiabas las peleas, las armas, los trajes y los relojes. También que la primera noche llevabas ropa interior de Bob Esponja y que no quisiste decírmelo hasta que supiste que yo la llevaba de Batman. Y que esa noche sólo hablamos, porque hablar contigo era viajar y tú y yo queríamos comernos, y al mundo también.

Recuerdo nuestro último día porque fue el primero que te vi llorar. También recuerdo que esa noche tuviste miedo a volar y que yo te dije que llenaría el suelo de todos los países de almohadas si así volvías a batir tus alas. Y que meses más tarde, las batiste, y aunque nunca te lo dije, tampoco nunca dejé de cuidarte.

Qué caricia tan suave puede ser a veces el pasado. Qué precioso es tenerte y saberte libre.

Qué bonito saber que cuando te fuiste de mi estómago fue para mudarte al corazón.

Qué utopía pensarte y decirte que la razones por la que te quise, siempre serán las razones por las que nunca dejaré de quererte.
- Mónica Gae


jueves, 30 de octubre de 2014

Me he dado cuenta de que hay millones de detalles que aún tengo que conocer de ti. Que es cierto eso de que ya sé cómo es la forma en la que miras, o como te sonrojas cuando te dicen algo que no te esperabas. A mí me bastaron tres horas para darme cuenta de que eres como un niño pequeño en eso de ir andando por todos los bordillos. Apenas me hizo falta una tarde para saber cómo es tu risa y créeme cuando te digo que nunca nadie ha conseguido que sonría tanto por él. Has sido capaz de devolverme el brillo en los ojos y, tengo que confesarte, eres el motivo que provoca que todos mis amigos digan que me ven feliz. Me bastaron unos días para acostumbrarme a tenerte, has hecho que madrugar por las mañanas sea mucho más bonito. También has provocado que el tiempo pase tan rápido que los días me parezcan horas. He apuntado en el calendario todas las veces que has desvanecido mi mundo porque estábamos ocupados  intentando conocernos. También me he dado cuenta de cuál es el momento justo en el que te empieza a cambiar la tonalidad de la barba, y la cara de niño que se te queda cuando te la quitas. Creo que tengo la suerte de poder decir que aún nos queda una vida conociéndonos, y que haría un trato con el diablo para que pase  eso de verdad. Pero antes de nada, tengo que contarte un secreto: me muero de las ganas de abrazarte.

-Alicia López.

sábado, 25 de octubre de 2014

Le llamaban ruina. Clara I.

Estaba tan rota que la llamaban ruina. Tenía esa forma especial de dejarse llevar por el viento con el vuelo de su falda y colarse en los pulmones de alguien para dejarle sin respiración. Pasaba desapercibida para todos aquellos que no creían en la magia. Pero aunque no lo sabía, era la chica a la que todo el mundo querría hacer feliz. 
Como no tenía a nadie que le vaciara la luna en la copa, cuando el vino se acababa, tapaba sus heridas y nunca se las curaba. Creía que la única forma de no tener cicatrices era conseguir que todas esas heridas se mantuvieran abiertas. Así que por las noches se autodestruía en su cabeza pensando que nunca sería lo suficientemente buena como para bailar al son de alguien sin pisarle los pies si no era la tristeza. Escribía, o mejor dicho: saltaba a todos los precipicios construidos en papel. Lo que para el resto era un vacío para ella era un hogar. Tenía los ojos del color del frio y la misma mirada que la soledad que le acompañaba. Y el corazón le latía una melodía que nunca nadie había sabido descifrar. Sufría por todos y no lloraba por nadie en especial, si no como puede hacerlo una nube en mitad de una tormenta. Suspiraba, como puede hacerlo el viento cansado ya de respirar. Pero ante todo se movía inquieta con los nervios a flor de piel como si se le hubiese colado dentro la primavera, como si le estuviesen saliendo las alas y ella solo desease echar a volar. A la hora de actuar, tenía valores y razones que nadie entendería jamás. Contaba las estrellas y, cuando se perdía, lo volvía a intentar, como si estuviese segura de  poder recoger todas en un tarro de cristal. Y es que, lo que mejor se le daba, era soñar.
- Clara I.

viernes, 10 de octubre de 2014

Supongamos, que ahora, son las 00:00h.

Pongamos que son las 8 de un miércoles tarde y que compartimos un café con chocolate. Que estaba lloviendo y que frenó justo en el instante en el que me hiciste pisar el suelo sin bajarme de la nube. Digamos que es nueve de noviembre y me mandas flores como en la canción.

Pongamos que has aprendido a pronunciar mi canción favorita y lo haces cada vez que pasamos por el lado del chico que toca en la calle. Que nuestras manos se entrelazan juguetonas en un paso de peatones y que tus ojos miran a los míos 
como diciendo que no te lo esperabas.

Pongamos que se te pierde el reloj justo en el momento en el que llegabas tarde a un sitio porque me viste girar la calle, a la izquierda. Que he saltado veintidós veces los escalones que bajan al parque, ya sabes, el de los jueves.

Supongamos que un día me miras mientras escribo. Digamos que yo te he estado mirando desde que te conozco y no me hace falta verte para pintarte las faciones.

Digamos que un día nos cruzamos por la calle. Que te sorprendes porque el sol no te dejaba verme los labios. Pongamos que un día te recito todo esto y te confieso, que yo ya te escribía sin siquiera conocerte, y que te voy a seguir escribiendo, al menos, hasta que sepa tu nombre.
- Alicia López

domingo, 21 de septiembre de 2014

Qué bonito es septiembre.

Tan sólo llevo dieciocho años viendo este mundo. He pasado mucho tiempo tachando días, semanas y meses en el calendario. He contado días y horas, he hecho cuentas atrás de los minutos que quedaban para algo y he celebrado aniversarios con las mismas personas desde hace catorce años.

Creo que he llegado a comprender que hay veranos que más que salvar matan y que hay inviernos que traen amores mejores que los de agosto. He comprobado que en febrero siempre hace frío, pero yo vuelvo a ser como una niña de cuatro años. Me encantan las chimeneas en diciembre y hay personas que hacen que cada 9 de noviembre sea aún más especial que el anterior. Y me ha dado cuenta, de que nunca, nadie, habla bien de septiembre.

¿Cómo podéis pensar que no es bonito que aún medio dormido alguien te sonría por la calle? Aún no entiendo por qué no os gusta que llegue ese mes en el que el abrazo que tanto esperabas por fin te rompe las costillas. Y sonríes. Por qué no os gustan los reencuentros, el volver a ver a alguien después de tres meses lejos. El volver a reír a carcajadas un puto lunes por la mañana y saber que hay por delante otros nueve meses de ansiar los viernes para ver a alguien a quien quieres. Que sé que también hay despedidas, pero sería capaz de despedirme mil veces con tal de volver a abrazar mil una a esa persona. Y de reírme de cada uno de los kilómetros que nos separan pensado que en vez de alejarnos nos están haciendo fuertes.

Que en septiembre empiezan proyectos. Y sueños. Y vidas. E historias. Y escritos. Y fotos, Y momentos y recuerdos. Y para mí empieza el año.

Septiembre es un abrazo, fuerte, y qué bonito.
- Alicia López.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Ver(be)sarnos.

Hay corazones que más que bombear sangre palpitan versos y creo que ver(be)sarnos es la manera más bonita de dejarnos los labios. Hace tanto que te escribo y no me lees que mis letras empiezan a cansarse de que tus labios no las pronuncien. No sabes lo bonitas que haces las palabras cuando salen de tu boca. ¿Y quién no querría que tus dientes le muerdan? Aún no he encontrado forma más bonita de decir un te quiero que la manera que tenías de morderme hasta las pestañas, y yo me dejaba tus marcas como medalla de algo que casi nunca tuve.

Eres mi octava maravilla, y contigo me sobran las otras siete. ¿Para qué subirme a un rasca cielos si ya tengo tus hombros? Que para gritarle al mundo tonterías mejor te susurro al oído, erizarte los pelos de la nuca siempre me pareció el premio más bonito. Y que tú me beses el cuello. Y me hagas cosquillas, y rabiar. Que sigas inflando los mofletes cuando finjas enfadarte y cantándome canciones aunque no tengas ni idea de pronunciar en inglés. Que cada atardecer me repitas eso de que te parece precioso pasear por los puentes, como los suicidas, para que luego yo piense que si tú eres suicidio me mataría todas las veces que pudiese.

Hace mucho que te imagino mirándome la espalda. No sabes que me he aprendido tus lunares de memoria, pero que volvería a contarlos un número infinito de veces para tener la escusa de acariciarte el cuerpo. Sólo dejaría que fueses tú quien contase los míos y jugases con mi pelo. Y que tus brazos son como la sudadera de después de un concierto.

Hay quienes inspiran versos, y a ti, no hay quien te gane en besos.
-Alicia López.


jueves, 28 de agosto de 2014

Cuando el día que te vayas se convirtió en el día que te fuiste.

Después de otro verano, ahora toca volver a despedirnos. Aún no me acostumbro. Me gustaban más los otros 12 septiembres en los que en vez de decirte adiós, volvía a abrazarte para estar viéndote la cara cada día. Es el segundo año consecutivo que no compartimos fila y, a decir verdad, aún lo echo de menos. Recuerdo hace un año, me fui el 22 de septiembre y, a pesar de volver en menos de 5 días se me hacía raro eso de no tenerte intentando matarme por unas escaleras. Al menos puedo alegrarme de compartir contigo el tiempo desde que te cruzaste en mi camino en 2001. Y qué santa paciencia los que han elegido tenernos al lado, ¿eh?
Han pasado 14 años y, bueno, admitiré que me alegra seguir teniéndote delante. Y, que a pesar de todo lo que se nos viene encima, no puedo decir con más orgullo que estoy contenta de todo lo que has conseguido. Cerrando bocas, dijimos. 
Supongo que este año, será el primer 9 de noviembre en el que esa bromita de que no vas a estar el día que sople las velas será verdad, y será la primera vez que no te crea. Parece mentira, pero 13 años diciéndome lo mismo, y las 13 veces dándome la misma sorpresa. Ojalá este año, también llames a mi puerta.
Es que los  93 km de Cáceres me hicieron unirme a quienes tenían que quedarse, y alejarme de aquellos que tenía que tener lejos. Así que dile a Madrid que no le tengo miedo, que puedo con 404 km, y más. Dile que envidie esto, porque sus semáforos apenas nos verán cruzar en rojo, corriendo y de la mano. Dile que Gran Vía se queda  cutre al lado de la felicidad que provocas cuando estamos juntos. Dile que ahora, para mí deja de ser capital para ser tu nombre, y por eso todo.
Y mientras yo estaré deseando que llegue ese día en que me llames y pueda volver a abrazarte, y odiando que pase por tener que despedirme otra vez. Que creo que ya te lo he dicho, pero existen cosas horribles y, decirle adiós a alguien como tú, suele ser una de ellas.
Prometo que seguiré esperándote y no dejaré que mientras, ninguna otra persona arriesgue mi vida de la manera que tú lo haces. Que sólo iré a Madrid para que corramos cogidos de la mano, grites alguna de tus tonterías y recordarte sonriendo lo retrasado que eres y lo mucho que te odio. Lo de enamorarme en el retiro… bueno, sería un bonito plan de futuro de esos que tú y yo nos inventamos,  ¿no?  
Ahora prométeme una cosa: que vas a ganarle todos los pulsos a Madrid, que vas a seguir cerrando bocas y sonriendo. Que vas a enseñarle las fotos a la gente que conozcas y decirles que aquí se te echa de menos. Pero sobre todo, no te olvides de mi.
- Alicia López.

martes, 26 de agosto de 2014

El tono exacto, el de sus ojos.

Mi color preferido es el azul y no he tardado en darme cuenta que el tono exacto el de sus ojos. Ella, que ha sido abuela y abuelo a la vez, que se ha partido el pecho por vernos felices, y crecer. No sabéis la de juegos que se ha inventado para entretener a 5 demonios con forma de niño pequeño. Se ha dejado hacer miles de coletitas en el pelo, y ha sabido fingir que las comiditas estaban más ricas que la de cualquier chef famoso. Y hablando de eso,  ha conseguido que nadie supere sus comidas y que siempre que alguien nos pregunta por nuestro plato favorito nos venga su nombre a la cabeza. Siempre que hemos tenido oportunidad giramos la cabeza para mirar por la ventana de clase y verla allí, y sonreír mirándola. Aprendimos que felicidad era salir del colegio y verla esperando, y que no hay nada más precioso que verla reír. Intentamos cumplir su sueño de tener un nieto cantante, y, aunque algo frustrado, nadie puede decirnos que no le hemos arrancado sonrisas ¿eh? 
Nadie nunca nos dará dinero como si estuviese pasando droga, jamás se preocuparan por nosotros como lo hace ella y nunca, jamás habrá persona que tenga tantos dichos y trucos como ella. 
Parece mentira que todos los años nos diga eso de que al próximo no llega cuando aún no se ha perdido ninguno de mis noviembres, y espero que así siga, que aún tengo que conseguir muchas cosas que me gustaría que ella vea. 
Qué suerte tenerla cerca y poder abrazarla cuando quiero, que nos mime como sólo ella sabe qué bonito que siga regalándonos años, y que siga así, porque no he sido capaz de imaginarme un día sin ella. Ojalá coleccionemos muchas más fotos y, por supuesto, sueños.



- Alicia López.

sábado, 16 de agosto de 2014

Para ruinas, me quedo con las tuyas.

Estoy harta de eso de que todos los caminos llevan a Roma. Nadie nunca ha preguntado  a dónde quería llegar, y para ruinas, me quedo con las tuyas. Ésas sí que merecen una foto. Ridiculizas a la luna de París sobre la Torre Eiffel y el coliseo romano se queda pequeño al lado de tus ojos.

Vendería hasta las venas por verme reflejada en tus pupilas. La arena de las playas de Cerdeña tienen mucho que envidiarle a tu cuerpo, y el Big Ben no  es nada comparado con el Big Bang que se produce cuando tocas mi cintura. Mientras, en Amsterdam, celebran el mercadillo de las flores sin tener ni idea de las primaveras que tienes escondidas. 

Siempre he sabido que serías tú ese alguien por el que esperaría sentada en el suelo de una estación. Al fin y al cabo, fuiste mi deseo en la Fontana de Trevi. Eres lo más árabe de la Alhambra de Granada y, para hablar de maravillas, mejor hablamos de ti. No sabes la de veces que he intentado aprender a hacer magia sin saber, que magia era lo que hacías con tus dedos. Que no conocería nunca color como el de tus ojos, y que llevo grabada en la retina la tonalidad de tu piel.

Quise reconstruirte hasta que me di cuenta de que yo quería tus ruinas, porque así, tal como estaban, eran preciosas.

- Alicia López.

martes, 12 de agosto de 2014

Hoy hace 22 agostos que nació una sonrisa. Y lo llamo así, porque cuando pienso en su nombre, siempre me lo imagino sonriendo. Qué suerte que compartas eso conmigo. Parece mentira que, con lo poco que me gustan los botellones, estuvieses allí una noche de junio para poder hablar de algo. 
Luego vino Cáceres y, además de una maleta, muchos nervios y estar algo así como más perdida que en una selva del amazonas, también llevaba risas los domingos. Conseguiste alegrarme todas esas tardes de coche cuando lo que menos me apetecía era recorrer los 94 kilómetros y me contabas chistes tan malos, que ya por inercia, casi me reía antes de escucharlos. Para lo mal que dices que se te dan las matemáticas, me hiciste ver que sabes contar cuando enumerabas gatos, me contabas historias divertidas y me decías que eres malísimo con los legos. Y, además de enseñarme música, también hacías imitaciones dignas de un club de comedia. Gracias por hacerme fácil Cáceres, por ser un super veterano que me pinto la cara y me hizo llevar su nombre tres días en el brazo. Gracias por estos carnavales y por ser así.
Algún día entenderé todo lo que me dices en francés y conseguiré ser yo la que se quede contigo. Espero que sigamos compartiendo febreros, chistes malos, risas y música, que sigamos compartiendo años. Y que tú cumplas muchos, muchísimos sueños más. 22 abrazos, 22 besos y 22 felicidades más.

- Alicia López

martes, 5 de agosto de 2014


El tic tac del reloj no para de sonar. Marca un compás y de fondo suena un piano con la melodía más triste que he escuchado jamás. El cielo quiere romper a llorar y sin embargo, hace meses que no llueve. El día que te fuiste todo se detuvo, todo, menos el reloj del salón que me recuerda que el tiempo pasa aunque está roto. La lámpara de la mesita se fundió esa misma noche, como aguardando tu regreso, y nunca ha querido volver a iluminarse. El suelo de la cocina echa de menos nuestros bailes, la taza verde sigue en su sitio y tu botella de cerveza medio llena en la ventana. Te quedaste el paquete de tabaco, no he sido capaz de tirarlo a pesar de todas las veces que te amenacé con hacerlo. Mis folios se han hartado de tu nombre, y las sábanas azules son demasiado frías. La almohada echa de menos tu colonia y yo… bueno, hay gente que jura haberme visto grietas. Guardé el vestido de flores, nadie merece verlo si no estás tú para  quitármelo. Los zapatos que me regalaste me dan vértigo y aquel puente de piedra parece viejo desde que no nos ve pasear corriendo. Los atardeceres dejaron de ser anaranjados y aquella pareja de ancianos hace mucho que no ha vuelto al parque. Es como si el día que tiraste del picaporte el mundo se diese cuenta, y entre no saber si pararse o girar más rápido volvió loco y me dejo estancada en un quise y no pude, quiero y no puedo. Todos tus discos siguen tirados en el suelo y tu libro junto a la chimenea.  Se me rompió una cuerda de tu guitarra, no quieren que le toquen si no son tus dedos. Los lunares de mi espalda tampoco. El reloj cada vez suena más lento y… tal vez el día que se pare regresas con un montón de chocolate, una canción nueva y un sueño casi cumplido. Quizás todo siga como ahora. Quizás… quizás el reloj admite que te fuiste y quizás...quizás continúa sonando hasta que deje de escribirte.
- Alicia López.

sábado, 2 de agosto de 2014

Ha pasado tanto tiempo, que apenas me he dado cuenta de que he empezado a crecer a un ritmo desmesurado. Cuánto ha cambiado todo. No sabes la de veces que he cambiado de peinado y, sin embargo, últimamente he estado pensando. 
Quizás mi futuro no es siempre como lo había pensado. Últimamente sueño mucho, despierta. Y es que ahora sueño con teñirme el pelo caoba, tatuarme y recorrer mundo en una caravana. No sabes la de veces que he cambiado de destino.  El retiro con mi perro decía, y a los dos minutos cambiaba por París, Venecia, Australia, Mónaco, Cerdeña. 
El tiempo todo (lo)cura. Y yo no quiero curarme. Porque cada vez que alguien me decía que algo era de locos yo lo hacía con una sonrisa de esas que acaban retumbando en carcajadas en el pecho.  
Y aún sigo pensando que mirar las estrellas de la mano de alguien tiene que ser precioso. Qué hay formas más bonitas de demostrar amor que con un beso y, que pasar el tiempo con un buen libro en las manos, bolígrafo, papel, manta y café es una manera maravillosa de malgastarlo. 
Existen canciones tristes que aún me hacen sonreír y sueño con una postal en la que bajo la luz de una chimenea alguien toque la guitarra y yo sonría mirándole porque el vibrar de las seis cuerdas con sus dedos será una buena banda sonora a mis recuerdos.
Aún sueño con esa colección de fotos en lo alto de miles de ciudades y con que no me falten los abrazos. Escuchar latidos de corazones. Y quiero escribir un libro con capítulos que hablen de personas especiales. Y partirme el pecho por hacer feliz a alguien. Y tener veinte y tantos, y  no tener ni idea. Y dormir para soñar. Y seguir soñando, aún con los ojos abiertos.

- Alicia López

viernes, 1 de agosto de 2014

Entonces llega agosto y parece que el mundo se detiene. No sé. La gente se vuelve loca y empiezan a hacer maletas,  abróchale el cinturón a los niños y, ya sabes, dos horas de digestión antes de volver al agua.  Las oficinas están medio vacías y las personas desean que llegue este día para disfrutar de los 15 días que les corresponden después de todo el año trabajando. Y todos dicen que bonito es agosto, já. 
Qué sabrán ellos de lo que es bonito si no saben que hace 15 años  que llegó  ella a nuestras vidas. Y a partir de ese 1 de agosto de 1999 fuimos uno más y por suerte, así seguiremos dentro de 15, 20 y 50 años más.
Y se está haciendo mayor, y nos está dejando ver que a pesar de todo, sigue teniendo la sonrisa preciosa, que está eligiendo como quiere ser y que un día llegará y tendremos que darnos cuenta de que ya no es una niña aunque no queramos verlo. 
Qué bien lo estás haciendo, pequeña. Y qué risa más bonita tienes, que nos haces reír a todos incluso cuando no tenemos ganas. No sabes cuánto se valora eso.Tampoco tengo mucho más que decirte que tú ya no sepas, así que sólo quiero pedirte una cosa; sigue sonriendo aunque haya quien intente quitarte la sonrisa, sigue luchado por lo que quieres y siempre, siempre con la cabeza bien alta, que el mundo tiene derecho a verte los ojos, porque son preciosos. Y sobretodo, sigue a mi lado todos los años que nos queden. 

Felices quince. Te quiero.

lunes, 23 de junio de 2014

"Si te sirve de algo, nunca es demasiado tarde, o en mi caso demasiado pronto para ser quien quieres ser. No hay límite en el tiempo. Empieza cuando quieras. Puedes cambiar o no hacerlo. No hay normas
al respecto. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa. Espero que tu saques la positiva. Espero que veas cosas que te sorprendan. Espero que sientas cosas que nunca hayas sentido. Espero que conozcas a personas con otro punto de vista. Espero que vivas una vida de la que te sientas orgulloso. Y si ves que no es así, espero que tengas la fortaleza para empezar de nuevo."

viernes, 6 de junio de 2014

Hace 269 días desde que llegue a Cáceres por primera vez en septiembre. Para qué engañarnos, iba más acojonada que cualquier niño en su primer día de colegio de una nueva ciudad. El problema es que a mí no me iban a llevar mis padres de la mano y, quise volver a tener tres años para que lo hiciesen. Luego es cuando llegas a clase el primer día, y después de escuchar de la boca de unos profesores algo que te suena a lituano, llega el momento de aprenderte los nombres de decenas de cara nuevas, cada una más pintada que la siguiente.
Tras las primeras semanas empiezas a darte cuenta de que quizás no eres la única persona que empezó sin saber que hacer, que tenéis mucho en común, o quizás nada, pero que entre ellos hay una serie de personas que empiezan a ser más de lo que esperabas encontrarte. Y al final, después de estos meses, sólo me queda daros las gracias por todo lo que habéis hecho, y todo lo que hemos conseguido. Es que no podría cambiaros por nada, habéis conseguido ser mi trocito de Cáceres, y mis pedacitos de Extremadura. 
Sólo pido que sigamos con esto. Que sigamos brindando por muchas cosas. Por las risas en clase y en el bus, por la manera de hacernos las prácticas entretenidas, por el karma, el foster y todas y cada una de las veces  que hemos salido "sólo a tomar algo". Por vosotros joder, que habéis hecho que primero de enfermería sea una de las mejores experiencias de mi vida.


martes, 3 de junio de 2014

Eres una hostia. O eso dijo Escandar.
Se le olvidó poner tu nombre.
Él hablaba de amor, yo hablo de ti.

lunes, 2 de junio de 2014

122 tequilas sin ti.

Esta noche quizás te vomite unos versos. Me sabrán a tequila, whisky, y a ginebra. Ojalá algún día vuelvan a saberme a tus labios.
¿Recuerdas la última vez? Era viernes, y estabas en el mismo sitio de la barra, en el bar de siempre. Yo entraba sonriendo con la vista clavada en esa dirección. Era precioso que fueses lo primero que veía al cruzar esa puerta. Llevo meses volviendo, mirando por inercia tu rincón, y ya no estás. Han cambiado la música. Ya no invita a quedarse mirando unos ojos. Los chicos ya no sacan a las chicas a bailar y ellas, bueno, ellas cada vez intentan camuflar más sus corazones. 
Me he adueñado de tu taburete. Parece que en él soy más valiente y no me importa pedir una ronda de tequila para uno. Aún recuerdo las tonterías que hacías con el limón, o la de veces que me has tirado la sal por encima.
Ahora apenas se escuchan risas de verdad. Parece que todo está meticulosamente preparado, que el chico de la gabardina viene con poemas aprendidos de casa, o que la chica de la falda tiene ya a punto todos los gestos para hacer caer a alguien a sus pies. Es como si todo estuviese estudiado para que salga una historia de amor de ésas que sólo duran una noche.
Desde que no vienes, me he dado cuenta de que hay un chico que siempre va con una rosa y cada fin de semana se la da a una chica. Supongo que tiene el corazón roto y sólo busca a quien pueda reparárselo. Y se lo noto en la sonrisa, porque no le ilumina los ojos. 
Llevo 122 tequilas sin ti. Me ha dado tiempo a escribir tu nombre y apellidos en la barra 2 veces, a letra por cada viernes y…llevas 20 semanas sin venir. Supongo que habrás encontrado otro garito, otro sitio en la barra donde compartir un gin tonic con alguien. 
El día que vuelvas apenas reconocerás esto, seguro que para entonces han cambiado los colores, los cuadros y hasta la camarera. Pero espero que sepas, que cada una de las letras que guardo en el doble fondo del taburete que un día me enseñaste, llevan tu inicial entre líneas, y mi firma, entre párrafos.

miércoles, 28 de mayo de 2014


Parecía un lunes noche cualquiera. Lo que nadie podía ver era que en algún lugar de este mundo alguien estaría tan roto como ella. No entendía por qué se quejaban tanto de los domingos, las noches de los lunes son insoportables. Era como empezar con el pie izquierdo constantemente, vivir en un martes trece infinito a pesar de no creer en esas cosas. Todo iba tan deprisa que se iba a dar una hostia contra el suelo. Y de las grandes. No es que fuese la mejor chica del mundo, pero no sabéis lo bonita que es cuando lleva puesta esa camiseta que le llega por debajo del culo y ese moño despeinado por haber estado toda la noche soñando (a veces despierta). Tenía las ojeras preciosas, debía ser que llevaban nombre. También la manía de escribir en letras grandes, pero las cosas importantes en pequeño y en la esquinita. No sabéis cuántas veces desee ser su gato para observarla por las noches. Su almohada le ha visto ahogar más sueños que nadie, trovadora nocturna. Sabía tocar el piano en las costillas, y juro que no vi unas más bonitas que las suyas cuando arqueaba la espalda. Soñaba con una casa en el lago, tres hijos y un padre perfecto. Se deleitaba en las cuerdas de cualquier guitarra y su mejor amiga era una cerveza. Sus ojos marrones eran los más soñadores que he visto jamás, y no puedo hablarte de sus labios sin mancillarlos con cualquier adjetivo que no llega a ser ni la milésima parte de lo que provocan al tocar una piel. Y hablando de pieles, la suya era de porcelana intacta. Quizás por eso tanto se rompía. Tenía fijación por las puestas de sol y los puentes. Se las daba de alma solitaria cuando en el fondo no paraba de buscar a alguien que le lamiese las heridas y se quedase un ratito más sin que ella tuviese que pedirlo. Su debilidad por los corazones rotos era increíble, puede que fuese porque intentaba arreglarlos esperando a que un día, alguien lo hiciese con ella. No sabéis lo que daría, por ser el nombre que tatuarle en el ventrículo izquierdo del suyo.

jueves, 15 de mayo de 2014


Un día me hablaron de querer, y juro que me reí porque no sabían lo que me estaban diciendo. ¿Cómo iban a hablarme de eso, si ella nunca les había cogido de la mano para cruzar un paso de peatones? No podían decirme nada, si nunca se habían quedado dormidos encima de su barriga cuando tenían menos de dos años. Apuesto a que nunca han cerrado los ojos mientras ella les hacía cosquillas en el brazo y les hablaba de algo que hiciese olvidar esa pesadilla que les había despertado. No sabéis lo que es morir en un instante, cuando te da un beso en la frente y sonríe. Y me juego la cabeza a que nadie, absolutamente nadie, me ha soportado tantas tonterías. Porque bueno, al fin y al cabo, fue ella la que me enseñó cómo es esto a lo que llaman querer y no es capricho. Que tiene un corazón de esos que son tan grandes, que no son capaces de odiar. Y, aunque no lo sabe, tiene de color de ojos el tono de verde más bonito que me haya cruzado jamás. No sabéis el privilegio que es llevar viéndolo 18 años. Es que no sabéis lo que sus abrazos son capaces de curar cuando estás rota, o cuando te rompen. Es ella la que no para de desear que me haga mayor, y sin embargo, sigue viéndome como una niña pequeña. Firmaría por no crecer más para tenerla siempre conmigo. Lleva casi 19 noviembres haciéndome feliz. No tenéis ni idea de qué es la risa hasta que no la habéis visto hacer alguna de las suyas, hasta que no habéis pasado más de 24 horas con ella, o hasta que no os mordéis el labio negando la cabeza mientras pensáis en cómo esa pizca de locura os hace tanta falta. Y es que lo más difícil que he hecho hasta ahora, es decirle adiós los domingos y contar las horas que quedan para volver a abrazarla un viernes cualquiera. No sabéis que se siente cuando te dice sonriendo que está orgullosa de ti, y tu corazón entra en taquicardia.  Ha sido ella la que me ha visto dar mis primeros pasitos, y sigue viéndolos ahora. La que soporta mis canciones y escucha cada una de mis ilusiones, sabiendo que es ella una de las personas que me ha enseñado a soñar.

Parece no saber que ella es la musa de esto, la musa de mi vida. Y ojalá algún día, yo llegue a ser la mitad de madre de lo que es ella.

martes, 6 de mayo de 2014


Me dejaste con el corazón palpitando en la garganta. Pensé que me moría porque la aorta me estallaba. Así que juré, juré no volver a escribirte sin darme cuenta de que hay mil maneras de escribir tu nombre. 
Aún sigo preguntándome por qué no has convertido mi inicial en tu letra favorita, por qué no soy yo la que te quita el sueño y por qué no he conseguido ser la chica en la que piensas cada vez que te despiertas y de la que le hablas a tus amigos.
Pero yo estaba ahí, con las piernas cruzadas encima de la cama, intentado seguir respirando a un ritmo normal mientras escuchaba la última canción que me habías enviado. Me habías puesto el pelo de punta, y estaba luchando porque unas gotas saladas no saltaran desde mis pestañas.  Es que soy como la cenicienta, pero sin la parte de princesa. Soy de las que se rompen a las 12. Y miran al techo y piensan por qué el amor es tan jodido, y por qué a pesar de todo, sigue esperándolo. Aún sigo pensando que  un día voy a encontrar un corazón roto que arregle el mío y se deje arreglar. 
Así que cerré los ojos fuerte y escuché la canción que sonaría de fondo durante el próximo mes de mi vida. Y me imaginé cómo eran los dedos que hacían sonar esa guitarra, y los tuyos, recorriendo mi espalda despacito. Cuando los abrí, habías desaparecido y en la pantalla de mi móvil, estaba esa flecha de volver a reproducir. Me habías calmado los latidos, pero no las ganas.  Qué fácil es escribir te quiero a través de la pantalla del móvil. Qué difícil decírtelo a la cara y mirándote a los ojos. Mejor me despido de ti con un insulto cariñoso. 
Pero joder, que tú me has roto, tanto como a esas botellas de cristal al final de un botellón. Pero te has llevado un trozo y eres el único que puede reconstruirme. Qué irónico ¿no? Eso de ser el que mata y revive, digo. A pesar de todo, sabes que me dejaré matar 100 veces, si después de todo me sigues matando tú.
No sabes cuantas chicas quieren ser tu musa, algún día. Yo no. Yo no quiero ser musa, que eso es sólo temporal. Yo quiero ser poeta, tuya. Aún no sé por qué no te has dado cuenta. 
Pero bueno, ahora estás durmiendo, y yo he vuelto a reproducir la canción. 

viernes, 2 de mayo de 2014

Vivo en una época en la que el mundo se desvive por quejarse de cosas absurdas y sin sentido, preocupándose más de llenar de tonterías una red social que de valorar lo que tienen al lado. Pero que más dará lo que diga, al fin y al cabo... Es él quien está lejos y yo quien le echa de menos, ¿no?
Todos esos que pensáis que echar de menos es llevar 15 minutos sin ver a esa persona que habéis conocido hace tres noches en un garito, no sabéis que se siente al tener a alguien a quien quieres tanto en la otra parte del mundo intentando salvar vidas. No sabéis lo que es esperar un mensaje suyo, no para saber si se acuerda o no de mí, sino para saber que ha pasado otro día y sigue bien. Y no sé cómo podéis hablar de héroes si no lo conocéis. Que si tengo un héroe en esta vida es él. 
Somos tan iguales y tan distintos, que nos mataríamos mil veces solo para resucitarnos un millón de veces más en un abrazo. Uno de esos que solo da él y en el que pararíais el tiempo. Porque si nunca habéis querido parar el mundo en un abrazo es que nunca os han abrazo de verdad. Que ya empezó aquel 9 de noviembre salvándome la vida, y lleva haciéndolo 18 años, 5 meses y 22 días. Siguiéndome en cada pasito y a mi lado. Y espero que siga así muchos años, que aún le queda mucho por enseñarme, aún tiene que verme con la bata blanca y llevarme con él a salvar vidas. Y tengo que admitir que aún le quedan viajes de esos que él tanto adora porque sacrificar unos días de su tiempo puede salvar tantas personas, que es normal que se me infle el pecho cuando luego me lo cuenta. 
Podréis hablarme de lo que queráis, pero no me habléis de amor, sacrificio o vocación si no le habéis conocido.

miércoles, 23 de abril de 2014

Amuletos



Hay personas que tienen manías y supersticiones. Otras que tienen amuletos y confían en que ellos lo hagan todo. Y yo, yo tengo unos amuletos especiales, amuletos que sonríen.

Son amigos que te hacen parar y pensar en lo que estás haciendo, que te dan consejos aunque quizás ni ellos mismos sean capaces de seguirlos, o no lo intenten. Esos que te abrazan y te arreglan cada uno de las grietas que puedas tener. Y aunque no quieras, saben el punto exacto en el que tienes las cosquillas y cual es tu parte vulnerable, donde no dejan entrar a nadie. Con los que compartirías chocolate y cervezas, con los que estallas a carcajadas y no te importa que piensen que estás rematadamente loca, si con eso consigues hacerles sonreír.

Son ésos, a los que les entregas medio corazón y esperas que sepan cuidarlo mejor que lo que tu cuidas la otra mitad. Por los que buscas, cada día, una forma nueva de demostrarles que les quieres, y a los que no sabes como decirles que hay veces, demasiadas, en las que les echas de menos.

Amigos que te enseñan y te miman, dejando que confíes, aprendas y preguntes todo cuanto quieras, que ya se encargarán de resolver tus dudas y de aprender contigo. De guiarte, y hasta de contarte sus historias, para que entres a formar parte de ellas y te quedes, aunque sea, en un trocito de sus vidas.



Y con amuletos así...¿quién puede pedir más?


Prometo escribiros todos los días de mi vida.

lunes, 31 de marzo de 2014

Y cada vez que late, mi corazón se encarga de clavarme su vértice en las costillas para recordarme que no estás.

jueves, 13 de marzo de 2014

10 de marzo.


Hay veces, que parece que la primavera empieza un 10 de marzo. Y es lo que lleva pareciendo 21 años, desde que unos ojos color miel llegaron a la Tierra. Es que hace 21 primaveras que parece que las rosas florecen de otra manera, porque nació una flor entre tantísimo capullo. Ella es la sonrisa más bonita de toda la alcazaba, la loca más loca de todos los bares y me atrevería a decir que es como la mejor cerveza que puedan servir en cualquiera de los bares que conozcas. Ella es mejor que un paseo por Gran Vía, que visitar Barcelona, Roma o París. Es sonrisa, abrazo, es querer a alguien. Ella es prima, hermana y amiga. Ella es fotógrafa y modelo. Es todas las estrellas que puedes ver una noches de agosto con alguien especial. Ella es todo lo que puede imaginarte, y lo que no. Ella es una parte de mí, que lleva 21 años haciendo marzos especiales. Felicidades Laura, y que sigas adelantando primaveras y cumpliendo muchísimos más, sueños, quiero decir.

sábado, 8 de marzo de 2014

“…No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que ser ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (ésas son las más peligrosas), o que se quede medio hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer  a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Uno que no le guste para nada ver la televisión. Ni una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa…”

jueves, 6 de marzo de 2014

Más que una comparsa, Vendaval.



Hay veces que las frases hechas sirven de algo. Una de ellas dice algo sobre las posesiones, y que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. También está esa de que un amigo es un tesoro. Podría decirse que yo soy rica en esos tesoros que no son de plata, ni de oro. Que hay cinco días al año, que aunque sea en invierno, desprendo felicidad por cada poro de mi piel. Y es que tengo una familia, de ésas que se eligen con los años, que te hacen reír a rabiar, cantar, tocar, o bailar. Que te enseñan  que hay miles de ritmos creados de percusión, y que ni siquiera hace falta un tambor para crearlos. Y te quitan la vergüenza y te hacen bailar y saltar por las calles. Te hacen estallar a carcajadas con cada una de sus ocurrencias y convierten cada cosa, por seria que sea, en algo divertido. Ellos son los que te enseñan que en carnavales todo vale, que hay noches que duran hasta el medio día y que las ganas siempre están ahí. Y te cuidan como amigo, padre, madre o hermano, da igual. Te enseñan que hay cosas que no sabes hasta que las vives y que vivir con ciertos ritmos sonando de fondo es increíble. Saben dar abrazos, de esos que recomponen, y demostrar cariño en todas y cada una de sus facetas. Ellos son familia, refugio, abrigo, diversión. Sonrisa, al fin y al cabo.


jueves, 13 de febrero de 2014

"Sólo pienso en esos ojos verdes que me hacen perder el sueño. En todas y cada una de las noches de insomnio en la que mi almohada y yo hemos establecido diálogos sin sentido. El principal problema de todo esto es que creo que te echo de menos a ti cuando en realidad me echo de menos a mí, al que era cuando te comía o cuando tu mano y la mía mantenían conversaciones en Braille. Pero tranquilo, no me hagas caso, tengo la música demasiado baja y los pensamientos muy altos."

martes, 4 de febrero de 2014

"Cómo me gustaría que el mundo volviera a ser cursi. Que la humanidad recuperara el sentido romántico de la vida y junto con él, la tradición de los noviazgos largos, las serenatas, las cartitas perfumadas, los apretones de manos entre las rejas de los balcones. Cómo me gustaría vivir en un mundo más discreto y decente, donde el amor fuera una necesidad del alma y no un capricho del culo. Pero qué le vamos a hacer: me tocó vivir una época insensible, deshumanizada, obscena, en la que nadie respeta ya los sentimientos del prójimo."

viernes, 31 de enero de 2014

Sé que te he fallado. No he estado a la altura de tu amor. Lo siento. No sabes cuánto. Te necesito. Esto sólo son palabras. No es mucho. Pero multiplica todas ellas por infinito y sabrás cuánto te quiero. Mi vida no tendría sentido sin ti. Por eso, cuando leas la última palabra, sonreirás, pensarás que estoy loco y estarás deseando abrazarme y darme un beso. Porque nuestro labios están hechos para pasar juntos todo el tiempo del mundo. Perdóname, pequeña.