viernes, 26 de julio de 2013

17 años, 8 meses y 17 días, y aún me considero una enana y una cría, y creo que es algo que seguiré pensando mucho tiempo. Y es que aún después de "tanto" tiempo no me he dado ni la mitad de hostias que me quedan por darme. Debe ser porque me queda un larga lista de lecciones que aprender y de huesos que romperme. Y de todas esas lecciones estoy haciendo un pequeño libro, ya sabes, eso de que de los errores se aprende, siempre he pensado que es cierto.
Pero a pesar de todo este tiempo, en el que he aprendido algo pero no lo suficiente, creo que algo he tenido que hacer bien. Eso es lo que se suele decir cuando se consiguen cosas increíbles ¿no?. Pues yo tengo algo parecido a esas cosas increíbles, pero en lugar de cosas son personas. Tampoco puedo afirmar que las tenga, porque soy de esos que piensan que a una persona no se le puede poseer. Pero puedo estar tremendamente orgullosa de decir que esas personas tan increíbles están a mi lado. Y es que hay que ver que he conocido gente grande y yo con mi manía de llamarlos de mi forma cariñosa "pequeño". Y cuando digo grande no me refiero ni a la estatura ni a su tamaño corporal. No me refiero a nada de eso. Quiero decir que son grandes como personas, por su forma de pensar y de ver la vida. Grandes, porque tienen un corazón que no les cabe en el pecho. Grandes, porque son capaces de hacerme sonreír con solo una palabra o un gesto, y de hacerme feliz con un simple abrazo o un beso. Son increíbles porque sé con absoluta certeza que puedo contar con ellos y espero que sepan que pueden contar conmigo. Y si tuviera que definirlos en unas pocas palabras creo que decir que son increíble y enormemente grandes es lo que menos se merecen. Y si después de este tiempo, y aún siendo una cría, he conseguido tenerlos cerca...será que habré hecho algo bien, ¿no?



miércoles, 24 de julio de 2013

Volvía a hacer calor y la dichosa cabecita no dejaba de pensarle. Él, el que siempre aparecía dónde menos lo esperabas. Él, que podía pasar desapercibido siempre que quisiese y ella, que hasta entonces pensaba que la ciudad era demasiado grande como para encontrarse sin tenerlo planeado. Pero él, y sólo él, fue capaz de cambiar sus opiniones al respecto y aprendió que la cuidad es lo suficientemente grande para escondernos y lo suficientemente pequeña como para verse cada día. Y ahí estaba él, que aparecía como si fuese capaz de volar y aparecer en cualquier sitio. Y ahí estaba ella, que después de tanto verle no sabía que existía. Él, que bajaba las escaleras como todos, pero no de la misma manera, y ella, que se deleitaba con solo verle pasar y sonreir, sonreirle. Él, que caminaba con esa gracia que ella era capaz de distinguir desde kilómetros de distancia y ella, que lo miraba con esos ojos marrones que eran capaz de decir mucho y poco a la vez. Y si hablaban de los ojos, ella aún no era capaz de distinguir el color de los de él, siempre tan cambiantes y enigmaticos. 
Y centremonos en ti, digo en él. Alto y de brazos fuertes, de ojos mágicos y cara alegre. Expresivo hasta los extremos, del que podía verse desde lejos en qué momento emocional de su vida estaba, o al menos podía verlo ella. Oficial amante de los perros, los dibujos animados, los libros, aunque no todos, y las películas. Y las series. Y la comida y la cerveza. Y su amante principal, la música. Y qué clase de música. Esa que no escuchaba casi nadie, pero si la escuchaba ella. Y luego estaban sus manos, que parecían lo más fuerte del mundo pero eran lo más suave que jamás la habían tocado. Y su pelo, su brillante y suave pelo que el tanto adoraba y hacia que el resto adorase. Y sus palabras. Y su colonia, ésa que ella percibía desde la distancia y que él dejaba por todos lados. Y sus despistes. Y sus carcajadas. Y esa calvita en su barba. Y su forma de abrazar. Y su forma de dibujar. Y lo perfecto de su sonrisa. Y esa camisa que tan bien le quedaba y tanto odiaba ella, o que no odiaba. Y lo curioso y hermoso de su ropa. Y lo intrigante de él en conjunto. Y lo loco que estaba y lo que le hacía reir a ella. Y la confianza que inspiraba, y lo sensible, mimoso y adorable que era. Y sus preferencias. Y su forma de pensar, y su forma de ser. Y lo familiar que era.
Y luego estaba yo, que diga ella. Que aún no había conseguido definirse, o no habían conseguido definirla, o lo que quiera que fuese. Estaba ella, con carrera y varios máster en comerse la cabeza.

lunes, 15 de julio de 2013

Pero la vida volvía a darnos la espalda. Y fue justo cuando todo parecía que nos iba a salir bien, cuando estábamos riéndonos nerviosos porque conseguimos lo que queríamos, porque estábamos a las puertas. Y todo se nos fue. Vino ese huracán que tanto temíamos y se llevo todo destrozándolo por completo. Y se nos fueron las sonrisas, el brillo en los ojos y todos los planes. Así, sin avisar, sin darnos tiempo a un adiós. Nuestro problema fue perdernos en uno en los ojos del otro y pensar que podríamos conseguirlo todo sin pensar que el tiempo no lo podíamos parar. Que relojes hay muchos y formas de medirlo miles, pero de pararlo, de pararlo no hay ninguna aunque nosotros pensásemos que juntos podíamos lograrlo. Creíamos que alejándonos del mundo nada podría pararnos y solo conseguimos que nos estallase en la cara. Y ahora solo nos quedan los recuerdos hechos trozos, guardados en el fondo de la mente. El saber que solo basta con mirarnos a los ojos. Los dos tenemos el sentimiento guardado dentro de nuestro corazón, como si fuese entre paños de algodones, el sentimiento de ese momento en el que pensamos que el mundo era enteramente nuestro. Pero todo se nos fue.




Menos el habernos encontrado.

viernes, 5 de julio de 2013

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Hay quien piensa que ser romántico es recitar poesía, cenar a la luz de las velas  y pasear bajo la luna llena, pero eso no tiene nada que ver con el romanticismo, ni siquiera con el amor. el verdadero romanticismo consiste en ser incoherente con uno mismo,  rompernos y traicionarnos de cabo a rabo. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Eso es el verdadero romanticismo, alguien que llegue y te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz. Que arrase de un plumazo con todos tus valores, tus "yo nunca", tus "yo que va". Volverte loco, mudar de piel, morir por alguien, arriesgarte, enamorarte, sentir que te estorba la piel, y si no sientes eso, entonces, puede ser cualquier cosa, pero no es romántico

jueves, 4 de julio de 2013

Sería capaz de salir corriendo hasta tu casa, de gritarte por la ventana, de quemar tu timbre, de saltar por todo tu jardín, de tirarme a tu piscina, de esconderme por tu salón, de ocultarme en tu cocina, de reír a carcajadas cuando me encontrases, de acariciarte pelo, de llenarte de cosquillas, de bañarme en tu colonia, de salir con tus amigos, de hablar mucho más alto, de arriesgarme a todo o nada, de llevarte muy muy lejos, de perderme en tu mirada, de regalarte mil caricias, de subirme a tu espalda, de dormir justo a tu lado, de vivir en tu guitarra.