lunes, 22 de abril de 2013

Aún hay ciertos momentos en los que recuerdo todo aquello que hacía y me encantaba de pequeña. Cuando columpiarme muy fuerte era casi volar, los hombros de mi padre eran el sitio más alto del mundo, cocinar era mezclar todo  eso que encontraba a mi paso, lo más divertido del mundo era jugar a los soldados en el campo, las figuras más bonitas y decorativas estaban hechas de plastilina, tener frío era cuando tu madre te daba su abrigo y te sobraba ropa por todos lados, la película más emocionante era cualquiera de las películas disney y la canción que más me gustaba cantar con mi padre era la de Balú. Esa época en la que lo peor que podía pasarte era que te cayeses y todo se curaba con un beso en la herida. Cuando los momentos más divertidos del verano eran enterrar a tu padre con arena de la playa sin que él se diese cuenta y jugar en la piscina a que él era un tiburón. Cuando lo único que te dejaba sin aire eran las guerras de cosquillas cada mañana al despertarse y  lo más atrevido del mundo era ponerse de pie en el columpio. Aquellos tiempos en los que esperar 5 minutos era lo más insufrible, cuando podías hacer lo que querías sin miedo a lo que dijesen los demás,  que cuando algo salía mal se arreglaba con un "artiviri".
¿Dónde ha quedado todo eso? ¿En qué momento he crecido sin darme cuenta?

miércoles, 10 de abril de 2013

Pensaba en nuestra historia, en cómo sin darnos cuenta, todo ha cambiado tanto. O quizás, más que nuestra, podría decir mía. Siempre he pensado que nunca sabes lo suficiente de la vida como para contarla. ¿qué puedes decir tú, pequeño ignorante, cuando apenas levantas un palmo del suelo, de lo que es la vida? ¿de lo que se espera de ti en este mundo? ¿de lo que puedes o no conseguir? ¿de lo que el destino tiene preparado para ti? No puedes hablar de aquello que no conoces.
¿Pero acaso tendría sentido todo lo que vives si no lo vas recopilando en recuerdos? En momentos que capturas con tu mente y por mucho que quieras nunca más vas a poder a repetir igual. Por eso, en mi opinión creo que somos como cámaras de fotos. Ojalá pudiésemos revivir todos y cada uno de los momentos que pasan por delante de nuestro ojos, repetirlos a cámara lenta y fijarte en todo lo que había allí. Quizás en ese momento pasaste por alto a la pareja de ancianitos que cruzaba por el otro lado de la calle, quizás no viste esa mariposa que revoloteba cerca  de esas flores, o incluso no te diste cuenta de que alguien te estaba sonriendo en ese mismo momento mientras tú no le mirabas.

Pienso que si supiésemos todo lo que va a suceder en cada segundo, nada de esto sería divertido. Es cierto que, muchas veces, duele más el no saberlo y encontrarte con lo que pasa de frente, sin previo aviso, porque si lo supieses.. ¿no podrías acaso prepararte para eso? Pero solo cuando vives sin saberlo es cuando verdaderamente aprendes, porque yo también creía que había cosas que duraban para siempre.
Recuerdo esos momentos, cuando todo lo que tu pensabas sobre algo se quiebra, se rompe en mil pedazos. Cuando todo lo que tu tienes planeado se vuela como si hubiese pasado un huracán. Como cuando la lluvia cae fuerte y hace ruido al chocar con la ventana de tu habitación.
Pero también es cierto que todo esto está lleno de momentos en los que no paras de reír. Dicen por ahí que después de la tormenta siempre viene la calma, y que si quieres ver el arco iris primero tienes que soportar la lluvia. Yo soy de las que corre, salta y baila bajo la lluvia. De las que ríe a carcajadas por cualquier tontería, no me importa donde ir, porque si es con la gente adecuada podría irme a sentar a una piedra. Yo, soy de las que piensa que si algo acaba, es porque así tiene que serlo. No vale la pena alargar algo que ha llegado a su fin, todo lo que se tensa demasiado acaba rompiéndose. 
Cada día, cada instante de tu vida, alguien nuevo puede entrar y alguien que llevaba mucho tiempo ahí salir de ella. Yo, personalmente, soy de las que le gusta estar con su gente. Me encanta pasar las horas simplemente mirando a algunas de las personas importantes de mi vida.
Siempre he sido algo rara, pero es una sensación que me encanta. Sobre mí, podría decir que podría dormir con una sudadera, pero jamás con pantalones. Que soy la personas más vergonzosa del mundo, pero sin embargo me paso las horas haciendo el tonto. Soy de las que prefiere dormir abrazadas a una almohada o a un peluche antes de dormir sin nada. Que si me dan ataques de risa no los controlo. Me las arreglo sin saber como, para liarla sin darme cuenta, y es que creo que a veces hago las cosas sin pensar y otras veces las pienso tanto que al final nada sale como esperaba. 
De mis canciones podría hablarte de miles de ellas que probablemente ni conozcas, pero siempre he sido de las que escucha y ve cosas que nadie suele ver. ¿Compartir mis secretos? Claro, pero con quien yo elijo. Soy tremendamente pesada cuando quiero, duermo muy poco aunque a veces podría tirarme tres días seguidos dormidaa. A veces, de buena llego a ser tonta. No puedo soportar un sólo día sin música, para mí el día no empieza hasta que no escucho la primera canción, y no acaba hasta que no ha pasado lo mismo. Soy de las que un día le da por pensar en toda su vida y le da por escribir cosas que probablemente a nadie le importan, pero lo hago igualmente.
Puedo decir y afirmar que soy una de las personas más mimosas y cariñosas que puedes echarte a la cara a lo largo de tu vida. Que a mi o me das besos y abrazos o es como si no te hubiese visto, o mucho peor, como si yo para ti no fuese nadie.
Tengo la costumbre de impregnar todas mis cosas de colonia, pero no tengo ninguna fija. Un día puedo coger la mía, otro día la tuya, otro día la de mi madre. El hecho de oler todo el rato algo que me encanta me relaja de sobremanera. Y en cuanto a colonias tengo dos debilidades esenciales que no se las digo a nadie.
Podría hablarte de sentimientos, pero en realidad eso no lo hago con casi nadie. Sólo te lo explicaría si me das la confianza necesaria como para contártelo y siento decirte que para eso tienes que conseguir mucho. Soy de las que se guarda todo para dentro, como si fuese un saco donde cabe absolutamente todo. Pero a veces el saco se rompe y grito y lloro y me entran ganas de abandonar todo. Gracias al cielo siempre hay alguien con el parche para arreglar el descosido y evitar que cometa alguna locura.
¿Y para que hablar de mis gustos si no van a tener nada que ver con los tuyos? Siempre me han gustado las cosas que no le suelen gustar a los demás. Y si hablamos de cosas imposibles se me ocurren unas cuantas que me gustaría que se hiciesen realidad. Empezando por poder hablar con cualquier persona en el momento que fuese, incluso cuando ya no están junto a nosotros. Siempre he querido que se invente el teletransporte. Y si hablamos de súperpoderes, me encantaría poder controlar el tiempo. Que pase rápido, que pase lo más lento posible, o que no pase y detenerlo justo en ese momento fantástico. Justo en el momento en el que acabas de romper en una carcajada, justo cuando estás dando un abrazo. Momento especiales que acabas guardando siempre para ti.
Y si acabamos hablando de los sueños, vivo en un mundo donde no paro de soñar. Sueño dormida, como  todos, y sueño aún más cuando estoy despierta. Puede que por eso me ría de la nada yo sola, que me sonroje al imaginarme algo, y puede que por todo ello piensen que estoy loca.
Sinceramente me da lo mismo, nunca pedí tu opinión sobre nada de esto.
Llámame como quieras, llámame loca, friki, tonta, rara. Te diré con una sonrisa que lo soy y que me encanta serlo.

jueves, 4 de abril de 2013

Una vez le preguntaron a Lewis Hine, un fotógrafo de guerra, por qué había elegido esa profesión. Él respondió que si pudiese contar con palabras todo lo que veía, no necesitaría cargar todo el día con una cámara de fotos, que ciertos momentos de belleza, de desolación, de horror y de heroísmo, estaban más allá de las palabras. Yo también lo creo. Hay cosas que no podemos explicar con palabras, sentimientos como el amor y el compromiso, o sensaciones como volver a abrazar a un amigo. 
Quizá por eso nuestra vida se compone de imágenes, momentos congelados en el tiempo para siempre, de decisiones que cambian sin remedio el rumbo de las cosas, de fotografías fijas guardadas en la memoria, que nos recuerdan cada segundo lo hermoso que es vivir.

martes, 2 de abril de 2013

Y de entre todas, está ella. Ella es la mujer más maravillosa del mundo. Nunca ha habido alguna más que me absorba tanto cuando la miro. Pelo endiabladamente rizado, ojos verdes, labios finos. La descripción de uno de los pilares de mi vida. Podría decir tanto de estos casi 18 años con ella, pero a la vez tan poco.
Digamos que para mi es especial y maravillosa por varios motivos, el primero, soportarme dentro de ella durante las primeras 32 semanas de mi existencia. Y los motivos continúan. Cogerme en brazos y dormirme, darme de comer, enseñarme los primero pasos, las primeras palabras. Ver películas conmigo hasta hartarse. Dejar que su barriga fuese mi cama personal y particular. Darme al hermano más idiota y adorable del mundo.
Si alguien me dijese que la definiese no sabría que decir. Nunca me ha gustado definir a la gente, porque pienso que es ponerle límites y en mi opinión nadie los tiene. Pero, dejando a un lado todo esto, para mi ella es valentía, es coraje, es fuerza. Para mí, ella es más que una madre, siempre lo ha sido. Sé que puedo contarle y pedirle cualquier cosa, porque ella mueve el mundo y me lo da.
Sé que puedo confiar en ella, ciegamente, cosa que hago con personas que pueden contarse con los dedos de una mano. Sé que ella está ahí para todo.
Ella es la persona más sincera que he conocido. Ella es la persona que de entre todas las opciones, siempre elige lo mejor para nosotros.
Si hay algo que no cambiaría por nada en el mundo, es a ella.
Los abrazos de mi madre son los abrazos que más te cargan de energía, felicidad, fuerza, amor y cariño.
Mirarla a los ojos es una de las sensaciones más maravillosas que existen, y creo que ella también lo sabe.
Creo que debo dar las gracias por tenerla aquí conmigo, a mi lado.
Agradezco aquel 9 de noviembre. La primera vez que ellos me vieron. Era jueves. No me acuerdo de nada, pero seguro que fue especial. La primera vez que tus padres te ven, te tocan y te hablan tiene que ser especial para los tres. Para mi lo fue.
Dieciocho años, casi, desde entonces. Espero que no sea ni una quinta parte de lo que nos queda. Recuerda, "gordi", tienes que seguir ahí para apoyarme, porque no puedo defraudarte. Me acuerdo de que tú siempre me decías que lo que querías que yo fuese de mayor no era ni médico, ni abogado, ni nada que pueda estudiarse, que quieres que yo sea feliz. Me has enseñado a elegir a la gente que necesito para serlo.
Eres una de esas personas. Así que quédate conmigo, que yo me quedo contigo.



Es en días como hoy, en noches como hoy cuando me pregunto en qué parte de mi vida estoy. ¿la estaré llevando bien? ¿estaré haciendo lo que de verdad quiero?
Hay veces, cuando me meto en la cama, que el mundo se me cae encima. Pero es que ni si quiera sabría decirte que mundo... ¿el mio? ¿el de todos? Yo que sé.
Creo que a veces todos nos sentimos así... es algo parecido a cuando de pequeños nos caímos delante de mucha gente y solo por eso no llorabas, pero el daño estaba ahí.
Lo malo de ser fuerte es que llega un momento en el que explotas, y eres aún más vulnerable de lo que alguna vez has llegado a ser. Pero el mayor problema no es ese. Es la soledad que sientes cuando estallas, porque te ves solo.
Pero en una de esas veces me dio por mirar a mi alrededor, y ví que ahí, justo a mi lado, estaban los de verdad.
Como una buena persona me dijo: "De las buenas hostias son de las que nos levantamos y de las que de verdad se aprende". Ahora sé que tiene razón, y sé que me quedan muchas, y que me romperé los labios, los dientes y la frente contra el asfalto, pero sé que ellos estarán ahí, o eso espero. Para ver como me levanto. Los de verdad. Los que van a alegrarse. Los que me tienden la mano. Ellos son los que se merecen todo. Los que se merecen las sonrisas. Mis sonrisas.