miércoles, 27 de febrero de 2013

Yo, en este momento, pido que te quedes unos días más pequeño forastero. No estoy pidiendo un para siempre, por supuesto que no, un chico como tu no podría hacerlo, y una chica como yo no podría pedirlo. Sólo te pido unos días, dos o tres, los suficientes como para que yo pueda atrapar el recuerdo de tu olor. Para poderlo mantener junto a mi como si  fuese el aroma de un puñado de flores secas en un bote de cristal. Yo a cambio te dejaré elegir entre varias cosas: mi pelo alborotado, mi labial color carmín, mis besos devoradores, los confines de mi habitación, las sábanas azules de mi cama, la sudadera celeste que me encanta, ese licor asqueroso que compartimos,  la llave que llevo colgada del cuello, la inicial de mi nombre, el susurro de una canción, los suspiros en tu nuca, los gemidos en tu oído. Llévate cualquiera de esas cosas, tan sólo quédate, unos días, dos o tres.

lunes, 18 de febrero de 2013

Me atrevería a decir que es una de las personas que más aprecio en esta vida. Que la quiero más que a los peces de colores, que a la purpurina, que a los globos de helio, que a los pintauñas, que a las luces de colores, que a los abrazos, que a los besos, que a los reencuentros después de meses, que a viajar por todo el mundo, que al color azul. Más que a los días de verano, que al sol dándome en la cara, que a la música a todo volumen, que a correr todos los viernes, que a los tacones. Más que a los recuerdos, que a las tonterías juntas, más que al agua de la piscina, más que a las estrellitas del cielo, que a la guitarra y todo lo que ella significa para mí. Que a los carnavales, que a saltar como una loca, más que al pelo largo, más que a  un millón de chuches, más que al chocolate, más que a reír a carcajadas, más que a hacer pompas con los chicles, más que explotar pompas de jabón. Más que a las luciérnagas y a las mariposas, más que a las caras de hacer el tonto, más que a las horas juntas, más que a las miradas cómplices, que a los abrazos de oso de esa persona que te saca una cabeza, más que a las palabras de cariño. A ella, podría decirse que la quiero más que a nada.