lunes, 26 de noviembre de 2012

Te he mentido

Querida Cristina, 
he decidido hacerte esta carta porque mereces saber que nada es culpa tuya, simplemente toda ha cambiado y no sé decirme por qué. Te adoro, pero no puedo seguir contigo. Lo cierto es que te he mentido y eso no es lo peor, lo peor es que llevo haciéndolo desde el primer día, y lo más ridículo es que también me he mentido a mi mismo creyendo que por fin te había encontrado. Adoraba como pasabas de enfadada a enamorada en cuestión de segundos, me encantaba tu piel y el olor a crema hidratante cada vez que me abrazabas, adoraba el modo en que decías sí a todas mis locuras, no podía vivir sin tus abrazos constantes. Me encantaba cuando te burlabas de mis tonterías y eso te hacía estallar en mil sonrisas, disfrutaba sin hacer nada, matando el tiempo paseando, besándonos, adoraba tantas cosas de ti.
En cambio ahora, odio tus cambios repentinos de humor, detesto cuando te pones esa crema hidratante y me tocas con la piel pegajosa, odio tu poca iniciativa y que digas sí a todo, me agobia que quieras estar siempre pegada a mi, y me enfurece que te burles de mis cosas y encima te rías, me aburre estar sin hacer nada, perdiendo el tiempo.
Por eso no puedo seguir contigo, porque cometí ese error que comete todo el mundo de creer que eras quien yo quería que fueras, de sin conocerte decirte que eras la mujer de mi vida, de pensar que eras mi una entre un millón, porque eran más mis ganas de encontrarte que las de estar contigo. Pero no has sido tú la única engañada, yo también me creí que eras para siempre, que serías mi antes y mi después, lo que siempre había soñado. Sé que me volverá a pasar, me volveré a mentir, volveréis a parecerme todas las anteriores un ensayo y volverá a parecerme todo increíble. Me veo mintiéndome otra vez, equivocándome, pero ya no contigo, ya no contra ti. Lo siento mucho, te deseo lo mejor.
Marcos.

martes, 13 de noviembre de 2012

Hay momentos de mi vida en los que me paro a pensar. Intento desconectar un poco del ritmo de vida que todos llevamos o al menos, frenarlo un poquitín. Y miro a mi alrededor y empiezo a darme cuenta de las cosas. Hay días en los que quizás todo lo veo negro y otros en que todo lo veo rosa. Días en lo que no paro de reírme y días en lo que desearía que la tierra me tragase. Hay días malos, como tienen muchos y días buenos, que es lo que todos deberíamos tener. Pero lo que está siempre ahí, pase lo que pase, sea como sea el día, sacándote sonrisas, son ELLOS. 

Mis pequeños bichillos.
















.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Ha pasado tiempo, tanto, que me ha dado tiempo a reflexionar, o al menos, a autoconvencerme de que lo he hecho. He pensado, o reflexionado, sobre mi vida. Sobre quien soy o creo que soy y quien quiero ser, sobre que hago y qué quiero hacer, y, sobre todo, sobre la felicidad. He llegado a conclusiones. La primera de todas, es que tengo que empezar a preocuparme un poquito más por mí y un poquito menos por ti. La segunda, que sí, que soy feliz, que me va bien, y que eso no depende ni de ti ni de nadie que no sea yo. La tercera, que yo, y solo yo decido quien se queda y quien se va de mi vida. Puede que suene un poco egocéntrico, eso de tanto "yo", "yo" y "yo". Pero es la pura realidad. Porque no me sirve de nada darme sofocones por ti. Ni agobiarme, ni arrepentirme de nada. Que voy a conseguir mucho más siendo yo misma y con una sudadera y zapatillas que fingiendo ser quien no soy con una minifalda y unos tacones. Que si tienes que quererme que me quieras como soy. Se acabó eso de fingir y se acabó eso de llorar. Y todo esto no quiere decir que ya no te quiera o que te vaya a olvidar, no, ni mucho menos. Lo único que quiere decir es que voy a centrarme más en mi y un poquito menos en ti. Es un trato justo, supongo. Yo te doy lo que tu me des. Ha pasado tiempo, si, pero supongo que no es suficiente para aclararlo todo bien. Vamos a darle tiempo al tiempo y minutos al reloj, que algún día lo que sientas sea lo que siento yo.